Que los influencers han llegado para quedarse es un hecho.
Miles de personas se levantan todas las mañanas deseando que la burbuja de instagram pinche para ver a qué se dedicarían todas las influencers que hasta ahora, han presumido de ganar mucho dinero sin tener la eso.
Se comparan con cirujanos, electricistas, dicen que el resto de los mortales no influencers tenemos trabajos de mierda y que las que las criticamos somos unas envidiosas y viven en un pedestal al que han llegado creando contenido en youtube.
Dicen ser personas reales y afirman que eso es lo que ha hecho que las marcas se fijen en ellas para contratarlas como imagen, fruto de darse a conocer subiendo vídeos a youtube.
Y al contarlo con tanta simpleza, han conseguido que muchos jóvenes se crean su papel y en vez de querer ser médicos, enfermeros o futbolistas, quieren ser influencers.
Pero hoy vamos a hablar de tres influencers que se creen más que nadie, y que aunque vayan de buenas personas, cuando se enfadan es cuando se muestra su verdadera cara. Algo completamente normal ya que intentan vender una vida idílica que es imposible que tengan.
Dulceida
Una de las influencers más queridas y odiadas a partes iguales, cuenta con más de dos millones y medio de seguidores en su cuenta de instagram dónde comparte su día a día y es eso precisamente lo que le hace estar en el punto de mira de manera continua.
Los influencers tienen un problema y es que por norma general no se les perdona nada, si tienen la mala suerte de no tener un buen día y hacer un comentario inapropiado probablemente, por desgracia, vayan a arrastrarlo siempre.
En el caso de Dulceida allá por 2017 en la entrevista que dio para Risto Mejide en cuatro, relatando su adolescencia hizo un comentario desafortunado: «No acabé la ESO y tenía harta a mi madre. Estuve un año sin hacer nada, hasta que me puse a trabajar en una tienda». Continuaba diciendo que no se arrepentia de no haber estudiado y decía con estas palabras que «Hay personas que no estudian y son unos cracks, tienen su trabajo y ganan dinero igualmente».
Todo esto se malinterpreto de una forma excesiva, muchos decían que era una persona que tenía que animar a que sus seguidores que andan entre los 15 y 35 años, se formaran ya que el trabajo de influencer no es fácil de conseguir, pero ella lejos de hacer un mal comentario lo único que hacía era contar su vida.
Estamos en el 2019 y todavía muchísimas personas la recuerdan sólo por eso a pesar de que ha demostrado trabajar muchísimo siendo muy constante, interactuando con su público y creando su propio festival y marca de ropa.
Silvia Muñoz de Morales
Esta chica lleva muchísimo tiempo en youtube, empezó siendo una niña y la hemos visto crecer en su habitación de Puerto LLano, llegar a Madrid y comenzar en la Universidad. Si hay algo que tiene Silvia a su favor es que es de las pocas Youtubers que no ha dejado de estudiar a pesar de hacer un montón de campañas publicitarias y tener miles de visitas en youtube.
Pero esto no significa que la fama no se le haya subido a la cabeza ya que en momentos de enfados en los que no puede más carga contra sus «haters» y se atreve a llamarlos envidiosos, a decir que la odian por que tienen vidas y trabajos de mierda, por que su vida es perfecta.
Noelia de Postre Un Polo.
Esta chica es hermana melliza de Silvia Muñoz de Morales, decidió no ir a la universidad para hacer un grado superior que terminó dejando posteriormente para dedicarse de lleno a Youtube.
Lleva una vida de fiesta y luego siesta y el ser tan poco constante con su supuesto «trabajo» es lo que hace que tenga tantos detractores. Cabe destacar que decimos «supuesto trabajo» por que es una persona que da muy poco contenido en cuanto a videos de youtube se refiere.
Estas serían sólo tres de ellas, si queréis que hablemos de alguna más sólo tenéis que dejarlo en los comentarios.