Todos ven a una Isabel Pantoja débil, triste, enamorada al contar su vida y yo lo que veo es una estratega como una catedral.
Isabel Pantoja no es tonta, y sabe que está haciendo las cosas mal, muy mal. Ha visto que su último intento de abandono no ha llegado a nada, que no le han pasado a ningún familiar al teléfono y que la audiencia no la ha salvado y se ha puesto manos a la obra.
Y es que aunque parezca que no tiene ni idea de platós ya que nunca se ha sentado a hablar de su vida privada en ninguno, sabe de sobra lo que vende, y ante el intento de crear una fake-carpeta y ver que no funciona, ha tirado de diario y ha empezado a contar todos los detalles de su vida.
El momento que los colaboradores y medio mediaset estaba esperando a llegado, Isabel Pantoja ha hablado su historia, no lo que cuentan, ni lo que dicen, lo que ella vivió en primera persona. Su vida.
Y es que al parecer convertirse en líder le ha dado las fuerzas que necesitaba para volver a la isla renovada, con ganas y ninguna intención de abandonar. Esta esta siendo su edición y lo sabe, todo el mundo esta pendiente de lo que hace o dice ya que nunca se había expuesto mediaticamente y esta semana lo ha demostrado.
También hay que reconocerle el mérito de las confesiones de Isabel Pantoja a Mónica Hoyos que fue la que se encargó de hacer de periodista y de sacarle a la cantante todo lo que ésta contó.
Todo empezaba con la pregunta de Mónica Hoyos,»¿Era muy celoso?». Isabel asintió con un sonrisa que derrochaba amor hacia quién ella considera el hombre de su vida. «¿Cómo le llamabas tú?», preguntaba Mónica. «Gordo», respondía Isabel Pantoja mientras se tapa la cara.
Y ahí empezó a contar el cuento de su vida, con un triste final:
«Me invitó José María Manzanares a la corrida y fui a verle. Yo no sabía ni quién toreaba, En aquel entonces él era lo más junto con Manzanares y Paco Ojeda, y entonces fui. Cuando José Mari hizo el paseíllo, tú sabes esto de que te ponen el capote y te lo ponen a ti…, entonces en ese momento yo vi su mirada, de ese señor, de mi ‘gordo’, cuando su mirada se cruzó con la mía yo no sé qué me entró por el cuerpo».
Vamos lo que viene siendo un flechazo de los que poca gente tiene, despues el fotógrafo de Hola, Manuel Gallardo le dijo que cómo se iba a ir de la plaza sin conocer a Paco. «¿A Paco? ¿A qué Paco?», contó Isabel Pantoja. «Pues ven que te lo voy a presentar ahora mismo». «Se abrió la puerta de su habitación, él salió recién duchado y yo no me podía aguantar. ¡Madre mía de mi alma! Moreno, con esos ojos, con esa camisa de seda natural con anclitas de colores, que todavía tengo… Y tenía una foto de sus niños en la mano. Abre la puerta, me ve y me dice ‘tú eres La Pantoja, ¿no?’. Me dio mucho coraje. Y le digo, ‘si te da igual, Isabel’. Y me dice, ‘es que eres muchísimo más guapa que en la tele'».
Isabel contaba como Paquirri se acercó a ella para enseñarle una foto de sus hijos, «‘Mira mis niños, mis niños’, me dijo, y yo le dije ‘si ya los conozco’ porque había una persona en común que veía a los niños todos los días, que le dejaban a los niños y esta persona vivía abajo de mi casa». Los dos cerraron la puerta y los dos se dijeron a sí mismos la misma frase: «no se me escapa ni con alas». Cuando Francisco Rivera Ordoñez se entere va a arder Troya
Desde ese momento Paquirri hacía todo lo posible por estar con ella, «hasta que un día entró en el camerino y le dio un beso en el cogote» qué bonito momento de amor.
«Ya ahí daba igual donde me besara. Fue la historia de amor más bonita que imaginar puedas. Y lo bueno dura. Era tal felicidad y tan perfecto todo, era todo y todo no se puede tener. Era la felicidad completa y yo la he tenido. Yo le conocí un 16 de mayo del 80, me casé un 30 de abril del 83 y se fue un 26 de septiembre del 84. Ha sido la persona que más he querido en mi vida, que más he amado en mi vida…», y en ese momento lloró como muchas otras veces habrá llorado recordando a Paquirri.
Pero la cosa no quedó ahí, a Isabel se le soltó la lengua. Habló de su despedida de soltera, de cómo Paquirri la fue a buscar y no paró hasta que la encontró. Y habló de su muerte, de la cornada que acabó con esa felicidad, con ese todo.
«Eso se quedó en mí. A mí me partió en dos. Yo le decía ‘Gordo’, por favor, no te pongas a Puerta Gayola, por Dios, por los niños, por mí, por ti… y me dice ‘princesa’ no te preocupes que no lo voy a hacer, pero cuando salía a torear se le olvidaba todo porque quería ser el mejor. El mejor padre, el mejor marido, el mejor torero, el mejor amigo, el más guapo, el más inteligente, el más todo… Y yo le juré ahí, donde él estaba, me moriré siendo tu viuda». Donde esté él ahí iré yo afirmaba Isabel Pantoja, «Yo no podría casarme con nadie ni amar a nadie de aquella forma, y lo saben. Las personas que han estado conmigo y lo han sabido. Es lo que más he querido en mi vida junto a mis hijos y ahora mis nietos, los suyos. Fue muy trágico todo».
La conclusión de todo esto es que anoche pudimos ver a una Isabel Pantoja convertida en sentimientos, pero de supervivientes vimos poco, de no ser por la prueba de recompensa no habríamos visto nada.