La ola de calor que asoló Europa durante la pasada semana afectó sobremanera al propulsor de Mercedes, que tuvo que rendir con un mapa motor capado durante la mayor parte del fin de semana pasado en el Red Bull Ring. En Mercedes son conscientes del problema, y ya trabajan para ponerle solución.
La clave estuvo en los radiadores. A pesar de abrir al máximo posible el capó del monoplaza no fueron capaces de regular correctamente la temperatura del motor. Hay que recordar que los F1 no llevan ventilación forzada como podría llevar cualquier coche de calle. Tan sólo aspiran aire del exterior por los pontones laterales y la parte superior del capó.
Esto limita bastante las posibilidades de refrigeración si la temperatura es demasiado alta. Andrew Shovlin, jefe de ingenieros del equipo Mercedes ha sido quien ha reconocido que quizá fueron demasiado agresivos con el diseño de sus radiadores. «El coche no tiene radiadores lo suficientemente grandes, fuimos algo optimistas al pensar lo que no podríamos beneficiar del sistema de refrigeración». Algo que si bien les puede suponer una ventaja, aprovechando mejor el espacio interior, en carreras con altas temperaturas les penaliza respecto a otros equipos como Red Bull y Ferrari.
Durante el Gran Premio de Austria las temperaturas rondaron entre 34 y 37 grados. Esto puso al límite a Mercedes, pero si no solucionan rápido el problema -cosa difícil-, en otros Grandes Premios como Hungría, Italia, Rusia, Estados Unidos y Yas Marina en Mercedes podrían pasarlo realmente mal.
